miércoles, 18 de junio de 2014

que ironico

“Gorda” es un término comparativo. Aplica a no ser capaz de pasar por una puerta o a tener esa franja de grasa en el vientre que no puedes hacer desaparecer después de los 40. Dependiendo del entorno en que te desenvuelvas, puede ser una descripción, un apodo o un insulto si se escribe con odio suficiente. Pero la verdad es que las cosas son mucho más complejas para las gordas, que son víctimas y victimarias al mismo tiempo cuando se trata de lidiar con su peso. El problema, es que gracias a la vida moderna, hay gordas por doquier. Gordas con sentimientos, que si se sienten atacadas pueden caerte en una estampida, que puede ser descrita por los diarios con originales títulos como “Se armó la gorda”, “Una lucha de pesos pesados”, “Esto no se acaba hasta que la gorda cante” o necedades por el estilo que sirven para aumentar el tráfico y la difusión. Si los títulos parecen insultantes, la sociedad y los medios se encargan de hacer que los ánimos de las gordas se pongan peor. Las gordas tienen que lidiar con varios problemas: 1. Las dietas Las revistas para mujeres vienen con dietas imposibles que le dan la falsa esperanza de que bajarán de peso sin hacer actividad física, gracias a la milagrosa combinación de ciertos ingredientes que las harán lucir esbeltas en menos de un mes. Cosas como comer atún y piña, sólo carne, sólo espárragos, raíces chinas, frutas caribeñas o tus propias uñas, pero en pequeñas porciones, 6 veces al día. Como es natural, estas dietas absurdas dañan el sistema inmune de cualquiera y tras dos semanas de malnutrición, bajan de peso pero se enferman y las ansias de compensar por los días de sacrificio ganan. Las gordas intentan al menos 3 dietas al año, gracias a que la malnutrición borra la memoria de largo plazo. 2. Los gimnasios No hay escenario más cruel para arrojar a una gorda que un gimnasio. Es por eso que siempre van acompañadas en su primera visita. Ser la edecán para el gimnasio es un martirio, porque la gorda siente que no pertenece, que usa la ropa inadecuada, que las flacas la miran mal (lo cual es cierto por razones que explicaré más adelante) y que todo el esfuerzo que hace no parece dar fruto alguno. Estos pasa en los primeros cinco minutos. El resto del tiempo que pasas con ella en el gimnasio, está insistiendo en salir porque está cansada. Las pocas que tienen la disciplina o amigas pacientes que les obligan a continuar en el gimnasio, se convierten en flacas que miran mal, porque ven a las nuevas como reflejos de lo que eran o de lo que podían haberse vuelto. Este ritual se repite una vez al año, alrededor de enero, como propósito de año nuevo. 3. Las parejas y los padres Las gordas no nacen, se hacen. Los responsables siempre son gente cercana, que dice que los quiere, pero que es cómplice de su transformación. Si se trata de los padres, siempre les dicen que están bien, que las mujeres de verdad tienen curvas, que dejar comida es pecado, que siempre habrá alguien que las querrá como son. Si se trata de sus parejas, son los planes sedentarios, porque gastan menos, o porque son muy celosos. 4. La vida social Contrario a lo que te dicen los medios, tu peso no influye en tu vida social o sexual. El alcohol y las drogas son los que definen lo que sucede los fines de semana. Es por eso que puedes ver mujeres de todos los pesos y formas en minifaldas y vestiditos negros en bares y antros. Las gordas suelen hacer parte de una banda que rodea a “la bonita” del grupo. Las gordas de nivel medio son sacrificadas fácilmente ya que no son el gancho para tener licor gratis, mientras que la gorda alfa y la bonita se quedan sin salir hasta el final, a menos que la alfa vea un partido para su amiga bonita. El primer problema de esta situación es que hay noches que la bonita desaparece y alguien tiene que intentar reemplazarla o buscar otro plan. Nota: No intentes ser sexy sin contar con la materia prima para lograrlo. La actitud no es suficiente. Es ahí cuando se va a karaoke. Las luces bajas, la ausencia de pista de baile y las cantidades industriales de alcohol trabajan bien. Pero el segundo problema, es ese momento de la noche en que descubres algo horrible sobre ti. Sabes que estás gorda cuando cantas canciones de La Oreja de van Gogh en un karaoke. 5. Las cirugías Detrás de toda mujer que se siente gorda, late la curiosidad por pasar por las manos de un cirujano. Si hay dinero, en algún momento habrá bisturí. El segundo tipo de persona que más odia una gorda, son las gordas operadas. Cuando aún no han tenido tiempo siquiera de cerrarse las cicatrices, la gorda operada se vuelve insoportable, evangelizando las proezas de su cirujano, hablando de sus nuevos planes y mandando tonterías de autoestima. Es muy fácil pedirle a la gente que se acepte a sí misma después de hacerse una liposucción. Lo bueno es cuando recuperan esa grasa en menos de un mes. 6. Las excusas Cuando estás gorda, lo que sobran son excusas: “Es genética, toda mi familia es gorda”, “Tengo un problema de tiroides”, “Mis rodillas no me permiten ir al gimnasio”, “La obesidad es una enfermedad”. Todas, excepto esa última son aceptables. La obesidad no es una enfermedad. Una enfermedad no desaparece cuando cierras la boca. Lo cierto es que en cualquier momento corres el peligro de ser gorda. Es algo que sucede lentamente, tras un embarazo, una depresión o incluso, porque cambias de ambiente y pasas de ser comparativamente normal a ser “La Gorda” de tu nuevo círculo social. De eso último, nadie está a salvo. 7. Las flacas Esas anoréxicas, escobas con falda, raquíticas, con sus patas de pollo y sus risitas ridículas. Esas que no tienen suficiente grasa en el cuerpo para tener celulitis. No hay nada que no sea válido contra ellas. Un empujoncito, un carterazo, un codazo casual son perfectamente aceptables en el metro. Algo tienen que pagar por ser el símbolo de la discriminación. Pero la peor, la más odiada de todas las flacuchentas, la persona que más odian las gordas… es la flaca del gimnasio. Porque las mira con desprecio y aires de superioridad. Y con toda la razón, ella solía ser una de ellas. Tía Xime, El problema de las liposucciones no es que sean trampa, es que son evidentes. Pero es peor cuando nadie se da cuenta.